Mientras tanto, te miro.
Todos tenemos una imagen representativa del personaje de Medusa. El cine, las artes plásticas, el teatro y aún mismo la fotografía nos ha cedido todo su imaginario para construir lo que pudo haber sido esa mujer de cabellos hermosos, sensual y atractiva que primero es transformada en un monstruo-cabeza-nido de serpientes por Atenea, divinidad envidiosa y vengativa, y luego es asesinada en manos del héroe Perseo.
Este mito y su iconografía ha traspasado todas las fronteras temporales hasta el presente, momento en el cual su imagen sin perder la tensión y las fuerzas que la constituyen es resignificada en su versión fotográfica-poética.
Presento esta serie en diálogo con la poesía de Eugenia Straccali, para realizar en un movimiento doble: por un lado, actualizar para potenciar la imagen del arquetipo mítico, transgrediendo lo simbólico que ella arrastra y por otro, liberarla de su posición de objeto-trofeo.
Inauguro esta muestra con la pregunta sobre la supervivencia de la imagen en el tiempo. ¿Qué permanece de la Medusa arcaica, qué signos cambian en el proceso creativo, en la nueva intervención estética?
Pretendo con mi obra romper con la convencional Medusa de cabellera ofidia y captar con la cámara la transformación en roca. Ya no es ella quien mira y fosiliza el cuerpo de los otros sino que es el observador el que le permite el retorno hacia la mujer que supo ser. El ojo modifica el referente original, produciendo una revuelta de la temporalidad. El poder de Cronos es aniquilado por una experiencia poética y renovada, también irrumpe en la serie Medusa el tiempo de Aión y Kairós: la suspensión, el instante, la eternidad, lo cíclico, lo reversible, incluso la lentitud saturnina de la melancolía.
La fotografía como una posibilidad de captación estática, subvierte su función. Dispara un corte temporal-estatuario que deja irrumpir las huellas grabadas en la memoria, marca a su vez de la tristeza inherente a una mujer que por bella fue castigada con la maldición de quien pudiera mirarla a los ojos, quedaría petrificado para siempre.
En este anverso busqué el posible encuentro con la dimensión de lo estático y también el movimiento interno, pulsión de vida, deseo que habita la envoltura de mármol. Mi intención fue producir una inversión del sentido, inventar una metáfora a partir de la imagen-pasaje de la metamorfosis: retorno a la mujer en el punto exacto en el que pierde su piel rocosa y emerge su organismo, caen las capas minerales y el flujo sanguíneo la arranca del estado de mortificación.
Intenté quebrar el ícono imaginario cristalizado de Medusa en un diálogo dinámico con la poesía y la imagen, capturando las tensiones de la figura con ella misma y su melancolía. Entendiendo lo melancólico como una detención en la metonimia. Un paréntesis temporal que retorna a partir del instante fotográfico, destello de luz que registra y paradójicamente otorga eternidad. Por el contrario, lo estático que la obturación supone, otorga un momento de vida, el cuerpo se despoja de su monstruosidad. El lente de la cámara da cuenta de ese intervalo restituyendo algo tan íntimo como su propio dolor. Lo que la convierte nuevamente en humana. Dando cuenta de esto, la mirada sobre sí misma causa la reversión del hechizo: desde la piedra hasta la sorpresa de ella misma mirándose en una nueva transformación hacia la carne. Develamiento hacia lo humano, vuelta hacia la expresión donde ningún ofidio es capaz de hacer comprender su propia pena.
Su voz encarnada en la poesía redobla sin saturar el gesto introspectivo de quien habiendo sido roca, abruptamente recupera su nombre, Medusa. Es precisamente en lo dialógico entre palabra e imagen, donde lo poético pone en valor sus angustias haciéndola tangible. Una identificación por el cruce de una imagen y una voz contemporáneas. El amor, la desdicha y los deseos bajo la máscara de piedra conservan en la mirada sus destellos. ¿Será que al convertirse en piedra halló el refugio para ocultar su melancolía? Dice la poeta: “¿De qué sirve el doble cuando ya se ha escindido? / Es engaño o ficción, también desgarradura y abismo / vos soy yo.”
¿Dónde dejaste tu piel Medusa? Aunque escondida no dejas de ser peligrosa. ¿Petrificarás igual al que te mire en sueños? ¿Recordarás los tiempos en que podías seducir sin riesgos? Tus gritos imposibles, tu desgarro estoico, no se oye. Alguien se encargó de perpetuar en vos el silencio. Pero nadie apagó la tristeza de tus ojos. Sos eterna. ¿Indestructible?. Detrás de tu riesgo seguís siendo una niña. ¿Alguien llorará por tu cabello de ceniza? Quien robó tu sueño de eternidad lo cambió por un cruel para siempre. Despierta bajo tu propio maleficio ajena a toda posibilidad de revertirlo. Todos son un peligro y vos para ellos. Una Medusa de ciudad. ¿Añoras la vuelta a lo natural? Tal vez un espejo te devuelva la carne y la palabra. Mientras tanto, te miro.
Leonardo Massari
Me rodean muros de hielo
naturaleza congelada
como mis pies
aquí cambian la piel mis serpientes
los días aquí
son más largos
orbes de sueño
por eso duermo
en la eternidad del oleaje y su música
allí olvido que estoy muerta.
Estamos colgados de un hilo
mirando su entierro
el tiempo brilla
roe las horas de la araña
ella danza sutil
como una pequeña marioneta.
Las poetas ausentes moran en este espacio
hay una verdad intemporal
habitando la historia del poema
región escarpada
valle rocoso
donde vuelve la pesadumbre
de mi vida urbana
territorio del tedio
la prosodia,
lengua muerta
grieta del pensamiento.
Otra vez la espesa fronda vela el paisaje
nublada la vista
no es fácil ver morir a un ciervo
nuevamente el río se suspende
retoma su corriente
soy ese animal resucitado.
mis lamentos son los de otras
se apagan las estrellas
¿qué nos queda?
Resguardarnos
no queremos ser madres ahora.
¿De qué sirve el doble cuando ya se ha escindido?
Es engaño o ficción, también desgarradura
vos soy yo.
No hablé de amor
entre mis dedos se diluyen
los últimos segundos de arena
pienso en nuestra isla repleta de nogales
en el muelle veo tu sombra de oro
no te escondas de mí si estás herido
hay un ciervo rojizo
que escapó del cazador
si pudieras ser testigo de mi inocencia.
Ella no tiene esqueleto
no tiene eco
no tiene quien la sueñe
se escribe sola
ya nadie podrá cortarle la garganta.
Medusa
depredación de la presa
lengua frágil que no habla
caótica, errática, des-regulada
escatológica, sabia, carnívora
ella está siempre detrás de tu rostro.
Acerca del autor

Leonardo Massari (Buenos Aires, Argentina 1981) actor, escenógrafo, ambientador, fotógrafo e ilustrador. Conforma una poética del espacio que surge del deslizamiento desde distintos territorios imaginarios propios y de otras artes (fotografía, literatura, música, pintura, cine, otros). De este modo su producción deviene trans-poética, pasaje performatico, experiencia espacial. Para Massari, las artes son compartidas, ya que arma dispositivos multidisciplinares para diseñar su objeto estético. Éste resulta de un trabajo previo de investigación, diagramación y concepto. Sus creaciones implican el recorrido entre investigación y proceso. Tanto en sus escenografías como sus ilustraciones se destaca el movimiento y tensión en sus composiciones. Entre sus trabajos más relevantes como escenógrafo se encuentran la realización del espacio para la Obra “Hitler en el corazón” de Noé morales Muñoz bajo diseño del Prestigioso escenógrafo Josafath Reynoso. Como diseñador y realizador escenográfico “La Grieta” de Silvia Butkus o “La escala Animal” de Ginna Álvarez y Gabriel Graves. Cuenta con un recorrido en la creación de arte en series Web y Spots publicitarios. A la fecha sus ilustraciones se encuentran al servicio de la editorial Vuelo de Quimera, donde el punto de reunión entre la palabra y la imagen cobran vida.
Cautivante. Felicitaciones!
Dos trabajos tan potentes que tienen vida propia, cada uno dice por sí mismo.
La conjunción es excelente.